Gijón, 28 de diciembre de 2007
La séptima carta
Hola Daniela:
Espero estés muy bien en compañía de tu familia; aprovecho la ocasión para desearles a todos un gran año 2008. Ojalá los clientes del supermercado reconozcan que eres la más cariñosa de todas las cajeras; sólo un egoísta negaría la buena disposición que tienes hacia las personas; hasta yo que, como te confesé en la segunda carta, soy invidente, he percibido tu enorme sentido de la complacencia.
En la primera carta me dediqué a decirte lo mucho que te quiero; llegué a pensar que no me respondiste porque exageré endulzando demasiado las palabras. Quizá por ello en las siguientes cartas me desnudé tanto que terminé confesando que estaba convencido de ser el peor candidato a pareja que pudiera tener cualquier mujer del barrio. La sinceridad me llevó a contarte que no te había enviado las cartas por internet porque no tenía tu correo electrónico, además, tampoco sé usar la computadora.; también te dije que soy muy lento y muy tímido y por eso nunca me he atrevido a decirte cara a cara los bonitos sentimientos que me sacuden la existencia apenas hago la fila para que me cobres la manzana y le yogurt que compro todas las tardes.
Como ya sabes, ésta es la séptima carta que te dejo con la chica que vende las frutas; convine con ella en que me guardaría el secreto y que simplemente te dijera que soy uno más de los muchos admiradores que debes tener. Desde el pasado sábado te he venido escribiendo tonterías sin tregua; cada carta ha llevado el nombre del día correspondiente; ésta, como vez, se titula la séptima carta. El motivo del cambio es que a partir de hoy he decidido escribirte por siempre; sí, como lo lees: te voy a escribir una carta cada uno de los próximos días que Dios me permita vivir. Y como cada año tiene muchos lunes y muchos domingos , ¿para qué titular las cartas con los días siendo más razonable hacerlo con los números?
Por ahora me despido; de nuevo te digo que eres realmente especial, jamás conocí un ser humano tan amable, nunca antes una mujer me hizo imaginar tantas situaciones hermosas. Mañana, en la octava carta, si Dios quiere, voy a intentar decirte cuántas cosas haría por ti si algún día lográramos contraer matrimonio. También aprovecharé para desearte otra vez un gran año nuevo; tal vez un día de estos me atreva a decirte mi nombre y algunas otras cosas sobre mi. Disculpa las largas despedidas y los errores de sintaxis, ocurre que la emoción puede más que la inteligencia.
Por favor Daniela, mañana antes de irte a descansar a tu casa no olvides pedirle tu carta a la chica de las frutas; ella es gente buena y te la guardará. Cuídate Daniela; que Dios te bendiga.
Tu admirador furibundo.
*Esta carta creada por Edgar Borges en Gijón, España, en enero de 2008, el autor trabaja la carta como género literario.
martes, 4 de marzo de 2008
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